
INFLUENCIA DE LA SENSIBILIDAD DE LOS CUIDADORES PRINCIPALES EN EL DESARROLLO LINGÜÍSTICO DE LOS NIÑOS/AS ENTRE LOS 12 Y 30 MESES DE EDAD EN SANTIAGO DE CHILE
INFLUENCE OF PRINCIPAL CAREGIVERS’ SENSITIVE IN THE LINGUISTIC DEVELOPMENT OF INFANTS OF 12 AND 30 MONTHS OLD IN SANTIAGO CHILE
Fernanda De La Fuente
Pontificia Universidad Católica de Chile
Antonia Elgueta
Pontificia Universidad Católica de Chile
Camila Echeverría
Pontificia Universidad Católica de Chile
Antonia Fernández
Pontificia Universidad Católica de Chile
Constanza Trejo
Pontificia Universidad Católica de Chile
Marcia Olhaberry
Pontificia Universidad Católica de Chile
Chamarrita Farkas
Pontificia Universidad Católica de Chile
Resumen: La respuesta sensible es una competencia parental que ha sido sumamente estudiada por su relación con el apego del niño/a, pero poco sabemos sobre su relación con el lenguaje. Este estudio investigó si la sensibilidad de los cuidadores, medida a los 12 meses de los niños/as, explica su desarrollo lingüístico entre los 12 y 30 meses. La muestra se compuso de 77 niños/as de Santiago, Chile. Se aplicó el Bayley (BSID III) y la Escala de Sensibilidad del Adulto (E.S.A.). Mediante un modelo de regresión lineal, se muestra que la sensibilidad a los 12 meses explica el desarrollo del lenguaje infantil a esa edad, mientras que su valor predictivo aumenta sobre el lenguaje medido a los 30 meses. En síntesis, la sensibilidad del adulto significativo es un facilitador de un adecuado desarrollo del lenguaje al año de edad, y su efecto se mantiene y aumenta con el tiempo.

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Palabras clave: desarrollo de lenguaje, sensibilidad, nivel socioeconómico, cuidador principal, infancia temprana.
Abstract: Sensitive response is a parental competence that has been deeply studied for its relationship with the child’s attachment but little we know about its relationship with language. This study researched if the caregivers’ sensitivity, measured on 12-month-old children, explained their linguistic development between 12 to 30 months. The sample consisted of 77 infants from Santiago, Chile. Bayley Scale (BSID III) and the Adult Sensitivity Scale (ESA) were applied. By means of a linear regression model, it is shown that sensitivity at 12 months old explains children’s language development at that age, while its predictive value increases for language measured at 30 months. In summary, the significant adult’s sensitivity is a facilitator of an adequate language development for the first year of age, and its effect remains and increases over time.
Key Words: Language development, sensitivity, socioeconomic level, principal caregiver, early childhood.

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Introducción
El desarrollo del lenguaje en el niño resulta fundamental por su estrecha relación con el desarrollo cognitivo, siendo a su vez una herramienta indispensable para el adecuado desenvolvimiento emocional, social y académico futuro del niño (Farkas, 2007). Estudios realizados en Chile muestran importantes déficits en este ámbito en los niños (Schonhaut Maggiolo, Herrera, Acevedo y García, 2008), los cuales podrían ser mejorados mediante intervenciones tempranas, donde el papel de la familia como cuidador principal, es indispensable (Schonhaut, Maggiolo, De Barbieri, Rojas y Salgado, 2007). Distintos aspectos asociados al lenguaje infantil han sido estudiados, como por ejemplo el nivel socioeconómico y educacional de los padres y la cantidad de palabras que le hablan al niño, pero pocas investigaciones han considerado aspectos asociados a la calidad de la interacción entre el adulto y el niño, como sería el caso de la sensibilidad. Considerando la importancia de incluir variables asociadas a la interacción, este estudio busca determinar si existe una relación entre la sensibilidad de los cuidadores principales y el lenguaje infantil a los 12 meses de edad del niño/a, y en caso de ser así, si esta relación se mantiene hacia los 30. Si los resultados confirman esta asociación, el desarrollo de intervenciones orientadas a promover la sensibilidad de los adultos significativos podría constituir una forma novedosa y efectiva de potenciar el lenguaje en los niños/as.
Lenguaje Infantil
El lenguaje es un aspecto muy importante en la vida de todo ser humano, ya que permite la comunicación y relación con el ambiente que lo rodea, “el lenguaje es la apertura de todas las posibilidades culturales del hombre” (Coseriu, Pastene y Katabek, 2006, p. 327). De este modo, el desarrollo del lenguaje resulta ser un ámbito crucial en el desarrollo general de todo bebé. En este sentido, se comprende el lenguaje no sólo en cuanto a las capacidades expresivas y la habilidad de verbalizar, sino también en cuanto a su aspecto receptivo con respecto a los estímulos externos, entendido como la habilidad del niño/a de comprender y responder a estímulos verbales (Bayley, 2006). Es por ello que la relación del bebé con su ambiente y particularmente las personas que lo rodean, resulta crucial en el desarrollo general del infante y del lenguaje propiamente tal.
Desde otra perspectiva, en el estudio realizado por Besoain y Santelices (2009), se puede ver la relevancia que tienen los patrones de apego de los padres en el tipo de apego de
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sus hijos, en conjunto con diversos factores dentro de los cuales la sensibilidad de los cuidadores se presenta como uno de los precursores para el apego seguro de los niños. Bowlby (1986), en su teoría del apego, este es concebido como la “propensión que muestran los seres humanos a establecer sólidos vínculos afectivos con otras personas determinadas y explicar las múltiples formas de trastorno emocional y de alteraciones de la personalidad, (...) que ocasionan la separación involuntaria y la pérdida de seres queridos” (p. 154).
La sensibilidad entonces es entendida como la respuesta a las demandas del bebé, incluyendo tanto la capacidad de captar sus señales y poder interpretarlas adecuadamente, como el responder afectiva y conductualmente de manera apropiada y rápida (Aisworth, Blehar, Waters, y Wall, 1978). Así, se observó que los hijos de madres que han presentado niveles de sensibilidad más alto, tendían a mostrar un comportamiento de apego seguro a los 12 meses, posicionando en un lugar clave a la sensibilidad materna durante el primer año de vida de los infantes (Aisworth et al., 1978).
De esta forma, el modo en que los cuidadores principales cumplan su rol, juega un papel fundamental que incide en el desarrollo integral del bebé, y por tanto en sus habilidades lingüística s.
Sensibilidad y Lenguaje
El estudio realizado por Farkas (2007), muestra que los primeros atisbos del lenguaje (gestos) se ven influidos por la estimulación y atención de sus padres; “estos gestos permiten establecer un puente de comunicación con el niño hasta la aparición del habla” (p. 111). De esto, se podría desprender que la capacidad de realizar estos gestos por parte del niño/a, tendría incidencia en su desarrollo lingüístico. Del mismo modo, Ibáñez (2004) se refiere al contexto de interacción pre-lingüística entre el bebé y su madre, en la medida que éste afecta en el posterior desarrollo del lenguaje: “El establecimiento de coordinaciones de acciones consensuales es necesariamente previo al surgimiento del lenguaje en el niño, puesto que para aprender a vivir en el lenguaje, el niño debe operar en coordinaciones de esta clase, lo que posibilita su recursión” (Ibáñez, 2004, p. 73). Así, se podría afirmar que la capacidad del niño/a de expresar sus gestos y ser partícipe de estas acciones consensuales, se presentaría como un aspecto importante con respecto a su posterior desarrollo del lenguaje. En este sentido, sería posible hipotetizar que la sensibilidad de los cuidadores principales en tanto permitan el establecimiento y la comunicación de estos gestos y acciones, incidirá en el
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desarrollo de las habilidades lingüísticas del infante.
Entonces, se puede sostener que el desarrollo lingüístico de los infantes (en este caso chilenos) se ve influido en parte por las características contextuales y familiares. Aquellas características incidentes son múltiples, tales como el nivel de estrés de la madre (o cuidador principal), la presencia o ausencia del padre, la cantidad de personas que conviven en la familia con el niño/a, o el nivel de estimulación presente en el hogar. Ahora bien, el nivel socioeconómico adquiere particular importancia en tanto la mayoría de los estudios muestran que a medida que el ingreso per cápita aumenta, el desarrollo del lenguaje del bebé también tiende a incrementar (ver por ejemplo Farkas y Corthorn, 2012). Junto a ello, en el estudio de Valdés y Spencer (2011), se encontró que a medida que aumentaba el nivel educacional del jefe/a del hogar, el nivel del lenguaje presentado en sus hijos pre-escolares aumentaba (asimismo ocurría con el ingreso per cápita), donde el nivel del lenguaje fue evaluado por el Test de Evaluación Desarrollo Psicomotor (TEPSI) (Heussler y Marchant, 2003, citado en Valdés y Spencer, 2011). Esto quiere decir que las diferencias socioeconómicas tem pranas en el entorno familiar de los niños y niñas, incide en su posterior desarrollo lingüístico.
La realización de un estudio que investigue la relación entre la sensibilidad de los cuidadores del niño/a y la evolución del desarrollo lingüístico resulta de suma importancia a la luz de los datos encontrados en la realidad chilena actual. En el estudio realizado por Schonhaut et al. (2008), las cifras arrojadas por el TEPSI y las evaluaciones fonoaudiológicas, muestran altos niveles de déficit en el lenguaje en niños menores de 5 años en Chile, lo cual posiciona esta problemática a nivel nacional. Se encontró una relación entre inteligencia y lenguaje, presentando los niños con déficit lingüístico un menor rendimiento cognitivo, tanto a nivel verbal como de ejecución. Además, los problemas lingüísticos y del neurodesarrollo detectados en edad preescolar generalmente prevalecen hasta la edad adulta, lo que tiende a presentarse en proporciones cercanas al 40% y 60% en caso de no existir una intervención adecuada (Schonhaut et al, 2007). Por ende, una intervención oportuna, en las fases tempranas del desarrollo del lenguaje, podrían mejorar de forma significativa aquellas problemáticas.
El objetivo general del estudio fue describir y analizar la relación, si es que existe, entre la sensibilidad de los cuidadores principales a los 12 meses del niño/a y la evolución del desarrollo lingüístico del niño/a entre los 12 y 30 meses. Específicamente, se buscó
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analizar la evolución del desarrollo del lenguaje entre los 12 y 30 meses, describir la relación entre la sensibilidad de los cuidadores y el desarrollo lingüístico del niños/as a los 12 meses y determinar el valor explicativo de la sensibilidad de los cuidadores en el desarrollo del lenguaje.
Considerando los antecedentes presentados, se esperaba observar una relación entre la sensibilidad del cuidador y el desarrollo del lenguaje del bebé, particularmente que una mayor sensibilidad se asociara a un mayor desarrollo del lenguaje.
Metodología
Diseño
Este estudio considera una metodología cuantitativa con un diseño descriptivo, longitudinal y correlacional. Se utilizó como variable independiente la sensibilidad del cuidador/a principal del niño/a, y como variable dependiente el desarrollo lingüístico del niño/a. Se controló la variable nivel socioeconómico (NSE) para los análisis estadísticos. Participantes
La muestra estuvo compuesta por 77 niños/as de entre 10 y 14 meses de edad al inicio del estudio y sus cuidadores principales. Todos los niños/as asistían durante el estudio a salas cuna públicas y privadas en la ciudad de Santiago de Chile, un 58.4% eran varones, y un 57% pertenecía a familias de NSE bajo y 43% a familias de nivel medio/alto. Los niños/as pertenecientes a familias de NSE medio y alto fueron agrupados ya que no se encontraron diferencias significativas en sus resultados (p < 0.05).
Instrumentos
Escala de Lenguaje de Bayley III.
Esta escala forma parte del “Scales of Infant and Toddler Development”, 3era versión (Bayley, 2006). Se aplica desde el nacimiento hasta los 42 meses y considera una serie de ítems distribuidos por tramo de edad, subdivididos en las subescalas de lenguaje receptivo (49 ítems) y lenguaje expresivo (48 ítems). La subescala de lenguaje receptivo evalúa la habilidad del niño/a de comprender y responder a estímulos verbales y la de lenguaje expresivo evalúa la habilidad de vocalizar, ponerle nombre a imágenes y objetos y comunicarse con otros. Se aplica directamente al niño/a, de manera individual y con el apoderado presente. Entrega un puntaje para cada subescala así como un puntaje total, que es la suma de las dos subescalas. Estos puntajes brutos son transformados a un puntaje
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estándar, el cual a su vez puede ser transformado en un puntaje compuesto y en percentiles. Los estudios de Confiabilidad arrojaron una alta consistencia interna para las escalas y sus subescalas, con coeficientes de .91 a .93. Los estudios de validez muestran una adecuada validez de constructo, predictiva y discriminativa (Albers y Grieve, 2007).
Escala de Sensibilidad en Adultos (E.S.A): Dicha escala fue creada en Chile por Santelices, Carvacho, Farkas, León, Galleguillos y Himmel (2012), definiendo la sensibilidad como la contingencia en responder a las señales y comunicaciones del niño/a a modo de favorecer su interés y cooperación en el juego, en un clima de afecto positivo. La escala se basa en la evaluación de 19 ítems (puntajes de 1 a 3) de la calidad de la relación madre-hijo/a, en base a la filmación de interacciones de 5 minutos de juego libre entre ambos miembros de la díada. A partir del puntaje asignado a cada ítem, se obtuvieron tres escalas que miden diferentes aspectos que inciden en la sensibilidad de las madres, las cuales también se ubican entre 1 y 3 puntos. La primera escala trata de la respuesta empática que indica qué tan capaz es el adulto de reconocer las señales del niño y responder a ellas interpretándolas adecuadamente. La segunda escala se refiere a la interacción lúdica, que evalúa la capacidad del adulto de relacionarse con el niño, tomando en cuenta sus iniciativas e incorporándose en el juego. Y por último, la tercera escala referente a la expresión emocional, evalúa si el adulto manifiesta una actitud sensible y cálida frente a las necesidades y emociones del niño. A partir del promedio de los puntajes obtenidos en estas tres escalas, se obtiene un puntaje total en sensibilidad, el cual se ubica en tres categorías de sensibilidad: bajo, adecuado y alto. La sensibilidad baja alude a un adulto que presenta dificultades para captar las señales del niño/a y a una interacción con el niño/a en donde prima un clima de afecto negativo. Sensibilidad adecuada se refiere a un adulto que en ocasiones puede captar las señales del niño/a y responder apropiadamente a ellas, aunque no ocurre todo el tiempo. Y por último, la sensibilidad alta alude a un adulto que generalmente capta las señales del niño/a, responde a ellas de manera oportuna y adecuada, y que promueve un clima positivo y reforzador con el niño/a. La confiabilidad de la escala en una muestra similar a la de este estudio fue de 0.93, medida con Alfa de Cronbach. Cuestionario sociodemográfico: Construido para los propósitos de este estudio, está compuesto de variadas preguntas sobre datos del niño, la familia y las educadoras de la sala de cuna a la que asisten. Para este estudio se consideró la información relativa al nivel
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educacional y ocupacional de la familia, para a partir de allí y de acuerdo al índice ESOMAR establecer el NSE de la familia.
Procedimientos y Análisis de Datos
Al inicio del estudio se aplicó el cuestionario sociodemográfico a la familia, la Escala de Lenguaje directamente al niño/a en presencia del cuidador, y se filmó una interacción de 5 minutos de juego libre entre el niño/a y el/la cuidador/a. La evaluación de lenguaje fue repetida cuando los niños/as alcanzaron los 30 meses.
Se veló por resguardar los derechos éticos de los participantes, quienes se sumaron al estudio de manera voluntaria. Se mantuvo la confidencialidad de la información tanto de los cuidadores como de los niños/as, y se solicitó la firma de un consentimiento informado por parte de los adultos.
El análisis estadístico se realizó en el programa R (versión 3.1.2, 2014). Inicialmente, se realizó un análisis descriptivo de las variables lenguaje del niño a los 12 y a los 30 meses, y sensibilidad del cuidador a los 12 meses, considerando a su vez el NSE. Luego se compararon dichas variables según NSE y posteriormente se realizó un análisis discriminante, utilizando pruebas t para comprobar si el desarrollo del lenguaje de los 12 a los 30 meses, mostraba diferencias estadísticamente significativas. Sumado a esto, se realizó un análisis correlacional entre las variables sensibilidad y lenguaje. Finalmente, se realizó un análisis de regresión lineal, para determinar la capacidad explicativa de la sensibilidad en el desarrollo del lenguaje.
Resultados
Análisis Descriptivo de las Variables del Estudio
A los 12 meses de edad, los niños de NSE bajo obtuvieron un puntaje promedio de 14.2 puntos (D.S. = 4.63) con un 72.7% de los niños que se ubicaron en un bajo desarrollo de lenguaje, mientras que su puntaje promedio en lenguaje total a los 30 meses fue de 16.8 puntos (D.S. = 4.93), y un 45.5% de los niños con un bajo desarrollo de lenguaje. Los niños de NSE medio/alto obtuvieron un puntaje promedio de 18.8 puntos (D.S. = 5.19) en lenguaje total y de 21.06 puntos (D.S. = 5.58) a los 30 meses, con un 45.5% y 18.2% de niños que se ubicaron en un bajo desarrollo de lenguaje a los 12 y 30 meses, respectivamente.
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Respecto a la sensibilidad de los cuidadores principales a los 12 meses de edad de los niños/as, aquellos de NSE bajo alcanzaron un puntaje promedio de 1.19 (D.S. = .36), mientras que los de NSE medio/alto lograron un puntaje promedio de 2.34 (D.S. = .33). Un 43.2% de los cuidadores de NSE bajo se ubicaron en una sensibilidad baja, en comparación a un 6.1% del NSE medio/alto. Un 50% y 54.5% de cuidadores de NSE bajo y medio/alto respectivamente, se ubicaron en una sensibilidad adecuada, y un 6.8% de adultos del NSE bajo logró una sensibilidad alta, en comparación a un 39.4% del NSE medio/alto.
La Tabla 1 presenta los estadísticos descriptivos de la muestra de acuerdo a las variables evaluadas.

Análisis Comparativo de Lenguaje de los Niños y Sensibilidad del Cuidador Según NSE Se realizaron pruebas t para muestras independientes para analizar si habían diferencias en lenguaje y sensibilidad entre las muestras de NSE bajo y NSE medio/alto. Los resultados mostraron diferencias significativas tanto en el lenguaje de los niños como en la sensibilidad de los cuidadores, al considerar el NSE. Los niños y niñas de NSE medio/alto alcanzaron un nivel de lenguaje significativamente mayor al de los niños/as de
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NSE bajo tanto a los 12 meses (t(75) = 4.06, p = .000) como a los 30 meses (t(75) = 3.55, p = .001). Finalmente, los cuidadores de NSE medio/alto alcanzaron una sensibilidad significativamente mayor que aquellos del NSE bajo (t(75) = 5.50, p = .000). Estos resultados aportan evidencia en relación a la necesidad de realizar los análisis diferenciando por nivel socioeconómico.
Análisis Comparativo del Lenguaje Entre los 12 y 30 Meses
Se realizaron pruebas t para muestras repetidas para analizar si había un cambio significativo en el lenguaje de los niños/as entre los 12 y 30 meses de edad. Se encontró que el cambio en el nivel de desarrollo del lenguaje del niño para la muestra total era estadísticamente significativo (t(76) = -3.50, p = .001), con un incremento del nivel de desarrollo a los 30 meses.
Al separar los grupos por NSE, se observa igualmente en ambos grupos un incremento en el nivel de lenguaje en escala total (t(43) = -2.94, p = .005 para NSE bajo y t(32) = -1.98, p = .056 para NSE medio/alto) (ver Figura 1). Cabe mencionar que la distancia entre ambos grupos socioeconómicos observada a los 12 meses, se mantiene estable a los 30 meses, es decir, las brechas en el desarrollo del lenguaje se mantienen entre la primera y la segunda med ición

Análisis Correlacional Entre Sensibilidad Materna y Lenguaje Infantil a los 12 y 30 Meses
El análisis correlacional entre lenguaje y sensibilidad a los 12 meses de edad de los niños muestra una correlación leve pero significativa entre una mayor sensibilidad materna
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y un mayor lenguaje total (r = .218, p = .057). Esta relación desaparece al controlar el NSE a través de una correlación parcial. No se observa una relación entre sensibilidad y lenguaje, al interior de los grupos socioeconómicos.
Al repetir los análisis entre la sensibilidad materna medida a los 12 meses de los niños y el lenguaje de los niños medido a los 30 meses, se aprecia una correlación moderada entre una mayor sensibilidad materna y un mayor lenguaje total de los niños (r = .444, p = .000). Al controlar por NSE a través de correlaciones parciales, la significación se mantiene (r = .309, p = .007).
Al mirar al interior de los grupos socioeconómicos, se puede observar que en el NSE bajo la sensibilidad de la madre no correlaciona con el lenguaje en los niños a los 30 meses, mientras que en el NSE medio/alto sí una mayor sensibilidad materna se relaciona con un mayor lenguaje (r = .395, p = .023).
Análisis de la Capacidad Predictiva de la Sensibilidad Materna Medida a los 12 Meses Sobre el Lenguaje del Niño a los 30 Meses
Para analizar el peso de la sensibilidad materna medida a los 12 meses en predecir la varianza del lenguaje de los niños a los 30 meses, se realizó una regresión jerárquica. Se introdujeron primero la variable de control (NSE de las familias), luego el nivel de desarrollo de lenguaje de los niños a los 12 meses, y finalmente la sensibilidad materna medida a los 12 meses, generándose 3 modelos de regresión (ver Tabla 2). El modelo completo explica un 27.7% de la varianza de lenguaje a los 30 meses (F(3,73) = 9.342, p = .000).
En el primer modelo con sólo NSE como predictor, el NSE tiene un efecto positivo sobre el lenguaje a los 30 meses ( = .379, t = 3.547, p = .001), explicando un 14.4% de la varianza del lenguaje (ver Tabla 2 Modelo 1), pero este desaparece cuando se introduce en la ecuación el lenguaje a los 12 meses y la sensibilidad materna. Es decir, una vez conocido el nivel de desarrollo de lenguaje así como la sensibilidad de las madres a los 12 meses del niño, no aporta mayor información conocer el NSE del niño para predecir su desarrollo a los 30 meses.

Naturalmente, el nivel de desarrollo de lenguaje inicial es un predictor relevante del mismo constructo a los 30 meses ( = 0.248, t = 2.151, p = .035) aún después de incluir los demás predictores, aportando un 5% en la explicación de la varianza (ver Tabla 2 Modelo 2). En el tercer y último modelo se observa que la contribución de la sensibilidad materna medida

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a los 12 meses del niño es de un 8.3% de varianza explicada adicional, significativo (F(3, 73) = 9.342, p = .000). La sensibilidad materna pasa a ser el principal predictor del nivel de desarrollo de lenguaje alcanzado por los niños a los 30 meses ( = 0.342, t = 2.902, p = .005), seguido del nivel de lenguaje de los niños medido a los 12 meses, y donde el NSE ya no aporta en la varianza (ver Tabla 2 Modelo 3). Estos resultados sugieren que junto al nivel de desarrollo de lenguaje inicial, la sensibilidad materna al año de edad de los niños es el predictor más importante para el lenguaje infantil a los 30 meses de edad. Los mismos resultados se obtuvieron para el lenguaje receptivo y expresivo de los niños.


Discusión
Los resultados confirman la hipótesis planteada en este estudio, mostrando que la sensibilidad correlaciona positivamente con el desarrollo del lenguaje a los 12 y a los 30
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meses del infante. Esta asociación es pequeña a los 12 meses y se incrementa a los 30, explicando la calidad de la interacción entre el cuidador principal y el niño/a una mayor parte del desarrollo del lenguaje en la medida en que los niños/as crecen. Esto se aprecia de manera más clara al considerar los porcentajes de varianza explicada, mostrando los análisis de regresión que la respuesta sensible del cuidador a los 12 meses explica un 5% del desarrollo del lenguaje, mientras que a los 30 meses explica un 18%. Así, se observa que la sensibilidad del cuidador principal en el primer año de vida se va haciendo más relevante en el desarrollo lingüístico infantil a medida que pasa el tiempo.
Se aprecian también diferencias en el desarrollo linguístico de los niños/as según el NSE de su grupo familiar, observándose mayores puntajes en los niños/as pertenecientes a familias de mayores ingresos. Estos hallazgos son consistentes con lo planteado por la literatura en estudios previos en preescolares chilenos, los que muestran que a medida que el ingreso per cápita aumenta, el desarrollo del lenguaje infantil también tiende a incrementarse (Farkas y Corthorn, 2012).
Otro aspecto que llama la atención en los resultados son los menores puntajes obtenidos en sensibilidad y lenguaje por los niños/as pertenecientes a familias de bajos ingresos, en relación a los niños/as de NSE medio y alto en las dos mediciones. Estos resultados alertan sobre la necesidad de desarrollar estrategias de intervención orientadas a mejorar la calidad de las interacciones entre cuidadores principales y niños/as así, como las habilidades lingüísticas, estrechamente asociadas a la coordinación mutua (Ibáñez, 2004). Por otro lado, la mantención de las diferencias entre los 12 y los 30 meses resulta de alta relevancia al momento de definir en qué edad de los niños/as iniciar los programas de apoyo, resultando importante a partir de estos hallazgos implementarlos durante el primer año de vida.
Al analizar las diferencias por NSE, resulta relevante considerar además la existencia de factores contextuales y estresores presentes muchas veces en las familias de niños/as pre - escolares, los que podrían explicar los resultados y que en este estudio no fueron considerados, como son el tipo de red de apoyo, la composición del grupo familiar, la situación laboral de los padres y su salud mental, el tipo de familia mono o biparental y el número de hijos entre otras, los cuales no fueron incluidos en esta investigación, y que podrían ser incorporados para explicar con mayor profundidad los resultados. Para evitar la
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estigmatización de los grupos de NSE bajo, se requieren nuevos estudios en muestras de mayor tamaño que permitan distinguir otras variables al interior de las familias agrupadas por ingreso, que distingan variables protectoras o de riesgo para la respuesta sensible del adulto y para el lenguaje infantil, en cada grupo.
Sumado a esto, si bien los resultados muestran una asociación significativa entre sensibilidad y el desarrollo del lenguaje, son necesarias mediciones previas de sensibilidad y otras variables ya mencionadas, con el fin de explicar las diferencias en el desarrollo lingüístico, que ya se aprecian a los 12 meses, donde los niños del NSE medio-alto, ya presentan resultados significativamente superiores a los niños de NSE bajo. Según Berk (1998) los bebés poseen una serie de predisposiciones biológicas que permiten su desarrollo del lenguaje. Los neonatos tienen una capacidad innata para detectar fonemas, lo que indicaría que el desarrollo potencial del lenguaje viene desde antes de nacer. De este modo, incluso antes de la articulación de las primeras palabras, los bebés ya están desarrollando el lenguaje, por lo que la sensibilidad de los cuidadores parece ser relevante para el desarrollo temprano y latente. Una muestra de esto, es que a los 3 meses se pueden ver los turnos en una conversación, es decir, el bebé y el padre/madre vocalizan generando un diálogo (Berks, 1998). Esto confirma la importancia de realizar intervenciones orientadas a la prevención y a la promoción de la sensibilidad y el lenguaje durante los primeros meses de vida, por lo que las mediciones a los 12 y 30 meses, solo darían cuenta de resultados y no del proceso. Por otro lado, el ser humano es un ser que necesita de la capacidad de comunicar, ya
que se encuentra inserto dentro de un sistema social en el que se desenvuelve. De este modo, tal como menciona Yance (2000), la capacidad del lenguaje no es una actividad instintiva; “es claro, desde luego, que en cierto sentido el individuo está predestinado a hablar, pero esto se debe a la circunstancia de que ha nacido no sólo en medio de la naturaleza, sino fundamentalmente en el seno de una sociedad”. Se comprende así, que aun cuando no exista una alta sensibilidad temprana que afecte el desarrollo del lenguaje, este será de igual forma desarrollado, ya que se presenta como una herramienta necesaria dentro de un contexto inherentemente social de todo ser humano. Así, si bien podría existir un impacto en términos del nivel de desarrollo de las capacidades lingüísticas, éstas serán eventualmente desarrolladas. Esto podría explicar que la evolución del lenguaje de los 12 a los 30 meses resulte significativa en el grupo de NSE bajo y no así en el grupo de NSE medio-alto, en
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contradicción con los indicadores de sensibilidad. Junto a ello, se puede ver que por mucho que exista una predisposición biológica (Berk, 1998) y una necesidad de comunicarse que va a propiciar el desarrollo del lenguaje (Yance, 2000), el contexto social en que se enmarque el niño/a (donde por ejemplo, se hace importante la sensibilidad), va a promover un mejor desarrollo a lo largo de toda su vida.
Referencias
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