LOS CINCO PILARES DE LA EDUCACIÓN. ESTRATEGIAS PARA UNA EDUCACIÓN HUMANISTA

Fernando Quesada Rojas

Universidad Católica de Costa Rica

Resumen: En este artículo se proponen los cuatro pilares planteados por Delors (1986) como estrategias para la construcción de una educación más humanista, desde un enfoque teórico - propositivo, a partir del análisis crítico de los cuatro pilares. Se traza la nec esidad

de complementarlos con un quinto pilar para efectos de una educación humanista. Entre las conclusiones más importantes están: • hay esfuerzos para encontrar los grandes principios y lineamientos de la educación del siglo XXI. • Aún dentro de la educación globalizada es

imprescindible asumir la diversidad y la multiculturalidad. • Los pilares planteados por Delors para ser estrategia en la construcción de una educación más humanista, tienen que ser enriquecidos desde planteamientos más integradores. • El quinto pilar, educar para la trascendencia, debe ser comprendido y asumido por los actores educativos y plasmado en el currículo educativo para que los cuatro pilares adquieran una dimensión más humanista y contribuyan realmente a la humanización.

Palabras clave: educación humanista, cuatro pilares de Delors, educar para la trascendencia.

Abstract: In this article the four pillars set by Delors (1986) are proposed like strategies for the construction of a more humanist education, from a theoretical- propositive approach, from the critical analysis of the four pillars. The necessity draws up to complement them with a fifth pillar for effects of a humanist education. Some of the most important conclusions of the analysis are: • there are efforts to find the great principles and lineaments of the education of XXI century. • It doesn’t seem pertinent to pass over the diversity and the multiculturalism, in spite of having a globalize education. • The pillars raised by Delors to be strategy in the construction of a more humanist education, must be enriched from more integrated expositions. • The fifth pillar, to educate for the future, must be understood and be assumed by the educators and shaped in the educative curriculum so that the four pillars acquire a more humanist dimension and really contribute to the humanization.

Key Words: Humanist education, four pillars of Delors, to educate for the trans cendence.


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REV. HUMANITAS, 2008, 5(5): pp. 66-86, ISSN 1659- 1852

Introducción

A manera de preámbulo es necesario iniciar este ensayo indicando su propósito el cual es, mostrar al lector cómo los pilares de la educación planteados en el informe de Delors ( 1998), se asumen en la construcción de una educación humanista con características de liderazgo. Se parte para ello de una breve descripción de algunas notas distintivas de este enfoque, con el fin de facilitar la comprensión de por qué se consideran los cuatro pilares, estrategias para la construcción de una educación que se precie ser humanista y líder sin ánimo de conceptualizarla.

García (s.f) plantea lo siguiente: “El humanismo surgió como una imagen del mundo al término de la Edad Media. Los pensadores humanistas fueron entonces intérpretes de nuevas aspiraciones humanas” (s.p) y, citando a Hernández (1998), expresa que “El humanismo se refiere al estudio y promoción de los procesos integrales de la persona” (s.p).

Asimismo, en su estudio García (s.f.), indica como postulados comunes a muchos psicólogos humanistas, entre ellos García:

1. El ser humano es una totalidad que excede a la suma de sus partes: es el énfasis de la psicología humanista, que la distingue claramente de otras posturas atomistas o reduccionistas como el conductismo. Señalan que para explicar y comprender al ser humano, se debe estudiar a éste en su totalidad, como ser integral y no fragmentarlo en una serie de procesos psicológicos.

2. El hombre tiende en forma natural hacia su autorrealización: existe una tendencia autoactualizante o formativa en el ser humano, la que aún en condiciones poco favorables de vida, le conduce incesantemente a autodeterminarse, autorrealizarse y trascender.

3. El ser humano es un ser en contexto humano: vive en relación con otras gentes y esto constituye una de las características inherentes a su naturaleza.

4. El ser humano es consciente de sí mismo y de su existencia: las personas se conducen en el presente, de acuerdo con lo que fueron en el pasado y la formación adquirida para vivir en el futuro.

5. El ser humano decide: es un ser con libertad y conciencia propia para hacer sus propias elecciones y tomar decisiones, por tanto, es un ente activo y constructor de su propia vida.

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6. El ser humano es intencional: los actos volitivos o intencionales de la persona se reflejan en sus propias decisiones o elecciones. El ser humano a través de sus intenciones, propósitos y actos volitivos estructura una identidad personal que lo distingue de los otros.

Hernández (1998) señala que las metas mayores de la educación humanista son: 1. Ayudar a desarrollar la individualidad de las personas,

2. Apoyar a los alumnos a que se reconozcan como seres humanos únicos,

3. Asistir a los estudiantes a desarrollar sus potencialidades

Otros aspectos que resaltan los seguidores del paradigma humanista que se reflejan en la educación humanista son: - El logro máximo de la autorrealización de los estudiantes en todas las esferas de la personalidad; - el maestro humanista, debe ser un facilitador de la capacidad potencial de autorrealización de los alumnos; - el ser humano tiene una capacidad innata para el aprendizaje, la cual si no es obstaculizada, el aprendizaje se desarrolla oportunamente. (p. 171)

Este aprendizaje llega a ser significativo, cuando involucra a la persona como totalidad (procesos afectivos y cognitivos) y se desarrolla en forma vivencial.

Respecto a la metodología para la enseñanza, la exposición de Hernández (1998, p. 171), menciona como los planteamientos humanistas proponen una serie de técnicas y de sugerencias con la finalidad de lograr una comprensión más adecuada de la conducta de lo s alumnos, mejorar el clima de respeto, dar oportunidad a los alumnos para que logren desarrollar su potencial y consigan un aprendizaje significativo experiencial en las aulas escolares.

La evaluación desde este enfoque es difícil de realizar a través de criterios externos, por lo que el autor Hernández propone como una opción válida, la autoevaluación, por cuanto, son los estudiantes los que están en una posición más adecuada para determinar en qué condiciones de aprendizaje se encuentran después de haber finalizado un curso.

Para Hunter (1999), la educación humanista desde una perspectiva del liderazgo, se plantea como “el arte de influir sobre la gente con entusiasmo en la consecución de objetivos en pro del bien común” (p.38). Para este autor, el liderazgo no es un ejercicio del poder, sino más bien de la autoridad, que tiene que ver con la persona que somos, con el carácter y la influencia que hemos ido forjando sobre los otros. En este sentido es clave asumir que el

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liderazgo consiste en llevar a cabo las tareas asignadas, fomentando las relaciones humanas (Hunter, 1999, p.48). Asimismo, es clave señalar respecto a las relaciones humanas, la importancia de puntualizar que “la gran verdad de todo en esta vida son las relaciones, relaciones con Dios, con uno mismo y con los demás” (Hunter, 1999, p.49). Estos aspectos no pueden ser obviados por una educación que se precie de ser humanista.

En consecuencia, algunas consideraciones humanistas asumidas en este artículo son , con base en Trelles (1997) :

1. Cada ser humano es una criatura fabulosa.

2. El ser humano es tanto naturaleza como formación.

3. La humanidad es como un superorganismo del que somos parte.

4. La relación y cooperación humanas plenas son requeridas para el mejor funcionamiento y mayor bienestar del ser humano.

Cabe detacar que los educadores humanistas deben aprovechar cada oportunidad para vivenciar estas consideraciones; a la vez, tener presente el gran valor tanto de las habilidades como de las virtudes humanas más simples, así como, las capacidades afectivas del ser humano. Deben, en consecuencia, enseñar a apreciar las cualidades propias y las del prójimo; recordar que todas las habilidades humanas requieren esfuerzos para su adquisición y desarrollo; que cada ser tiene entre sus obligaciones (y en su conveniencia y gusto) propiciar la formación y el desarrollo del prójimo, comenzando por la descendencia propia (Trelles, 1997) .

Algunos referentes teóricos

Partiendo de los planteamientos antes expuestos, se esbozan a continuación ideas acerca de inquietudes personales tales como el indagar y expresar puntos de vista acerca de cuáles deben ser los fundamentos de la educación del futuro, sobre todo una educación humanista que sea líder.

Muchas son las teorías, hipótesis y metas que se trazan para la educación del futuro, pero cabe preguntarse ¿cuáles son los pilares que deben sustentar el edificio de una educación del siglo XXI, que se precie ser humanista y que lidere procesos de cambio ?

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha tomado este reto, a partir de cuatro pilares fundamentales para la

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Educación determinados y presentados por la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI, presidida por Delors (1998) , pilares que fueron publicados en 1998 bajo el título: “La educación encierra un tesoro”. Cabe destacar que grupos de educadores católicos de América Latina, han complementado estos planteamientos con un quinto pi lar. Por tanto, el autor de este ensayo parte del estudio, análisis y valoración de los cinco

pilares de la educación propuestos por Delors (1998), como estrategias en la construcción de una educación humanista y con liderazgo, se visualiza si dichos planteamientos son operables en nuestro medio educativo.

El objetivo de este artículo es analizar su factibilidad y formular algunas conclusiones, desde la perspectiva de una educación humanista y humanizante, con características de liderazgo. También se utilizan otros recursos bibliográficos, tales como, documentos del Magisterio de la Iglesia, algunos textos bíblicos para complementar y relacionar lo expuesto en dicho informe con el objetivo de este trabajo.

Se considera como gran acierto en el informe de Delors a la UNESCO (1998), que este organismo haya asumido cuatro pilares fundamentales como base en la estructuración de todo proceso educativo. Con razón en dicho informe se afirma:

Para cumplir el conjunto de las misiones que le son propias, la educación debe constituirse en torno a cuatro aprendizajes fundamentales, que en el transcurso de la vida serán para cada persona, en cierto sentido, los pilares del conocimiento… la educación constituye un instrumento indispensable para que la humanidad pu eda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social. La Comisión considera las políticas educativas como un proceso permanente de enriquecimiento de los conocimientos y como una estructura privilegiada de las personas y de las relaciones entre individuos, entre grupos y entre naciones (p.105).

Por otra parte, en el informe de Delors se hace referencia a la crisis que enfrenta la educación en la actualidad cuando se expresa que

La interdependencia planetaria y la mundialización son fenómenos capitales de nuestra época, que hoy en día están actuando… La mundialización ha modificado el mapa económico del mundo, haciendo más patente la separación entre los ganadores y los perdedores del desarrollo... (p.105).

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Respecto al papel de la educación en el contexto de la realidad del siglo XXI, Delors (1998) expresa que la educación tiene una responsabilidad particular que ejercer en la edificación de un mundo más solidario. Debe contribuir al nacimiento de un nuevo humanismo y compartir valores y un destino comunes, constituye el fundamento de cualquier proyecto de cooperación internacional.

Los cinco pilares de la educación

A continuación se define brevemente los cuatro pilares de la Educación, según Delors (1998), a saber:

1. aprender a conocer, adquirir los instrumentos de la comprensión;

2. aprender a hacer, para poder influir sobre el propio entorno;

3. aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas;

4. aprender a ser, un proceso fundamental que recoge elementos de los tres anteriores (p.106).

5. aprender a trascender, este es el quinto pilar que se propone es este artículo y se define como aquel que da un sentido más amplio y profundo a los cuatro primeros y al quehacer cotidiano del educador y educando, dejando en ellos, huellas indelebles en sus vidas.

Este pilar es el que puede hacer que el proyecto de vida se abra y se oriente a Dios, como el Sumo Bien, Principio y Fin de todo lo creado.

Se asume que la formulación de los cuatro pilares enriquecidos por este quinto, propicia un nuevo camino a lo que con razón se suele llamar un aprendizaje cognoscitivo, formativo y trascendente .

Para una educación humanista con carácter de liderazgo, lo expuesto implica para el educador una doble tarea en el aula: una, suscitar un aprendizaje cognoscitivo y sistemático de una serie de elementos culturales y de descubrimientos científicos, que son fundamentales para la supervivencia en el medio ambiente natural y social actual; la otra, generar un aprendizaje formativo acerca de valores, actitudes y normas, que igualmente ayudan al estudiante en su adaptación al medio social y que le enseñan a apreciar todo su entorno, para

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interactuar apropiadamente con él, trascendiendo lo meramente cognitivo y procedimiental, para dar paso al verdadero ser. Esto es esencial para el desarrollo integral del educando, porque todos estos aprendizajes cognitivos, procedimentales y actitudinales son fundamentales para el desarrollo integral del educando.

Con base en lo ya planteado, se considera ineludible que el cambio en el modo de ver y de pensar la educación, implica modificar el sentido de utilidad que tradicionalmente se le concede, para que ella pueda producir los frutos que la sociedad le exige, seres más humanos, humanizantes y líderes. Delors (1998) lo enuncia categóricamente al afirmar:

Una nueva concepción más amplia de la educación debería llevar a cada persona a descubrir, despertar e incrementar sus posibilidades creativas, actualizando así el tesoro escondido en cada uno de nosotros, lo cual supone trascender una visión puramente instrumental de la educación, percibida como la vía obligada para obtener determinados resultados (experiencia práctica, adquisición de capacidades diversas, fines de carácter económico), para considerar su función en toda su plenitud, a saber, la realización de la persona, que toda ella, aprende a ser (p. 106).

Con base en lo expuesto a continuación, se plantean algunos elementos alusivos a la educación en relación con el desarrollo y con el aprendizaje como puntos de partida en la construcción de una educación humanista que se caracterice por su liderazgo, basada en los cinco pilares.

Educación para el desarrollo en el contexto actual

Un planteamiento inspirador es presentado por Mejía (1999) quien resalta “a pesar de vivir en un mundo atomizado, la escuela ha logrado pasar de ser un simple aparato ideológico del Estado, a convertirse en la institución central encargada de darle unidad a la reestructuración social y cultural que se vive” (p.497). Para él, esto se debe a la reorganización que el capitalismo está sufriendo en la actualidad, pues ha comenzado a ver como convenientes ciertos procesos que se realizan en la educación y que favorecen su reproducción y desarrollo. Tal es el caso del famoso aprender a aprender, que desplaza la instrucción, el conocimiento enciclopédico al cómo conocer, cómo se conoce (Delors, 1998) .

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Además, según Mejía (1999, p. 497) el conocido cambiar en medio del cambio, genera lo que se denomina una adaptabilidad mental a la forma de ser de la época, actitud esencial en un mundo que se transforma a velocidades impresionantes (p. 497).

Es importante señalar que desde la perspectiva de Mejía (1999), la escuela como institución educativa, ha dejado de ser una simple transmisora de conocimientos, para convertirse en un espacio especialmente privilegiado, donde la sociedad plantee y replantee soluciones a una serie de conflictos que no han podido resolverse a través de la vía política. Por eso se observa como la sexualidad, la democracia, los derechos humanos, la escuela de padres, entre otros temas conflictivos a nivel social, están empezando a tomar un lugar en el currículo oficial, para que gracias a la capacidad de la institución educativa, se llegue hablar en el lenguaje propio de cada cultura, época y lugar; se pueda reflexionar sobre ellos y conseguir finalmente, una salida que represente el sentir de todos.

Muchos temían una transformación negativa de la educación, debido a los avances tecnológicos en el campo de la informática, pero el mismo capitalismo que la impulsó, ahora comprende lo esencial del elemento humano como factor estabilizador, no porque le importe el bienestar social, sino porque la deshumanización del sistema educativo provocaría la autodestrucción de sus individuos y esto, según el autor no es rentable y por el contrario sería una catástrofe (p.497). A manera de ejemplo considérese el creciente número de suicidios de estudiantes, hecho que demuestra lo ineficientes que pueden ser los avances científicos y tecnológicos como formas de satisfacción de las necesidades de afecto, sentido de la vida, realización personal, reconocimiento social, verdadera felicidad y trascendencia espiritual. En consecuencia, es posible concluir, con base en lo descrito que hoy la educación es

vista como una fuente de desarrollo para todas las naciones del mundo, el problema es que se desconoce en relación al ser humano, ¿hacia dónde lo lleva? y ¿cuáles son sus objetivos reales?. Sin embargo, hay que mantener la esperanza, pues aunque no se puede nadar contra corriente, es posible hacer que la corriente cambie a favor de la mayoría; todo depende de una actitud positiva y optimista, además, del uso correcto de los recursos y capacidades que Dios otorgó a todos.

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Aprendizaje formativo, cognoscitivo y trascendente con base en los cinco pilares

Junto con la doble tarea del educador antes citada, existe otra tarea que completa y da sentido al hecho educativo, se presenta implícita o explícitamente dentro del proceso y es imprescindible, porque permite al educando responder a interpelaciones existenciales fundamentales tales como: ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos?, ¿por qué estamos aquí?, entre otras. Estas preguntas sólo encuentran respuesta en el aprendizaje de lo trascendente, o sea, seguir el rumbo del discípulo y buscar en el Creador el sentido a las más profundas inquietudes del ser y existir. Por ello, educar para una vivencia apropiada de la realidad espiritual, es un elemento que de uno u otro modo forma parte de las responsabilidades propias de un verdadero educador.

A continuación se hace una complementación a los pilares expuestos, hecha desde el enfoque de la teoría del liderazgo y el Magisterio de la Iglesia.

1. Aprender a conocer: este tipo de aprendizaje debe tender a superar la simple

adquisición de conocimientos clasificados y codificados, para lograr el dominio de los instrumentos mismos del saber, puede considerarse a la vez, medio y finalidad de la vida humana (Delors, 1998, p.107). En ese sentido, en la publicación de Delors (1998), se afirma que “El incremento del saber, que permite comprender mejor las facetas del propio entorno, favorece el despertar de la curiosidad intelectual, estimula el sentido crítico y permite descifrar la realidad, adquiriendo al mismo tiempo una autonomía de juicio” (p. 107).

En consecuencia, es necesario que el estudiante adquiera todas las herramientas conceptuales necesarias para alcanzar un apropiado razonamiento científico, es el equivalente al famoso aprender a aprender, sin menospreciar el uso apropiado de la memoria, que también tiene su utilidad.

Delors (1998) también menciona otro principio: aprender a aprender, ejercitando la atención, la memoria y el pensamiento es “el proceso de adquisición del conocimiento no concluye nunca y puede nutrirse de todo tipo de experiencias” (p.109).

Se estima que la propuesta de este pilar para la educación humanista se puede convertir en un principio fundamental de todo proceso educativo y en una estrategia para humanizar nuestra educación. Sin embargo, en nuestro medio no se está implementando este

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pilar educativo, dado que se evidencia un enfoque contrario a aprender a aprender; una muestra de ello son las pruebas nacionales. Para poder concretar una educación humanista con liderazgo, es imperativo permear la formación de los futuros educadores con este principio. Sin embargo, en la práctica solo se encuentran algunas iniciativas personales de formadores.

Algunos educadores de América Latina afirman que el aprender a aprender implica necesariamente aprender a desaprender. También refiriéndose a los cambios en el conocimiento afirman que “estos cambios han implicado profundas modificaciones que hasta el momento no han podido ser comprendidas, asimiladas y adaptadas” (Mejía, p.4 88).

El mismo autor, más adelante, al aludir al aprender a conocer dice:

Nos encontramos en el horizonte educativo, enfrentados a la plena vigencia de los modelos pedagógicos y específicamente didácticos, que colocan su fuerza en el “aprender a aprender”. Desde estos modelos, se replantean los procesos de enseñanza que no tienen una virtualidad de praxis; es decir, aquellos que no son capaces de impulsar una reorganización de los esquemas previos y, por qué no, que no agencian desaprendizajes de aspectos y procesos plenamente introyectados y basados en unos conocimientos específicos que han entrado a ser anacrónicos. (p.488)

Este pilar tiene íntima relación con el liderazgo; puesto que aprender a conocer implica aprender a conocerse y en ese aprendizaje ir descubriendo la capacidad de servir con la fuerza de un líder. El líder sabe buscar con verdadera sabiduría el sentido de la vida para sí y para otros, en esto estriba su meta principal y la dirección que despliega. Hay un principio vital en aprender a conocer y del ejercicio del liderazgo: “si no luchamos por algo nos dejaremos vencer por todo” (Hunter, 1999, p.163). En ese sentido cabe preguntarse por qué Mandela, después de estar encerrado en una cárcel durante unos 28 años, salió con nuevos conocimientos y con él la decisión de servir y de ayudar a los otros.

En este contexto Peresson (2004) afirma que “la cabeza piensa desde donde están pisando los pies y late el corazón, desde donde se vive y convive, desde donde y con quien se trabaja y lucha” (p.12).

Para un verdadero líder es clave vivir permanentemente aprendiendo a conocer, conocerse y visualizar un futuro realizable que le sirva de motivación e impulso para realizar su proyecto de vida y el proyecto institucional. Cada ser humano es memoria, por cuanto

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recoge su experiencia del pasado; es presente, vive en el aquí y en el ahora, y es futuro, por cuanto proyecta su vida hacia el porvenir “promover y comunicar una visión orientada al futuro es una parte muy importante del liderazgo” (Blanchard, y Millar, 2005, p.48). Con razón los mismos autores afirman “si uno deja de aprender, deja de liderar” (p.95).

2. Aprender a ser: parece significativo que el Documento de la Comisión presidida por Delors (1998), al presentar este pilar toma como punto de partida lo que se puede denominar un breve diagnóstico del ser humano en la situación actual. Entre los rasgos más significativos se puntualizan los siguientes: -riesgo de alienación de su personalidad, - riesgo de expulsión por las máquinas,- formas obsesivas de la propaganda y de la publicidad, - comportamientos impuestos desde el exterior, - deterioro de las necesidades auténticas y de la identidad intelectual y afectiva de cada cual. También se menciona el temor a una deshumanización del mundo vinculado con la evaluación tecnológica ( p.117).

Frente a esta descripción del ser humano que evidentemente podría ser ampliada y puntualizada, el documento referido intenta esbozar el “Aprender a ser” desde la educación de la manera siguiente:

✓ El principio fundamental es que la educación debe contribuir al desarrollo integral de cada persona: cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad, sentido estético, responsabilidad individual, espiritualidad.

✓ El desarrollo tiene por objeto el despliegue completo del ser humano en toda su riqueza y en la complejidad de sus expresiones y de sus compromisos; individuo, miembro de una familia y de una colectividad, ciudadano, inventor de técnicas y creador de sueños.

✓ La educación del siglo XXI debe propiciar la dotación a cada cual de fuerzas y puntos de referencia intelectuales permanentes, que le permitan comprender el mundo que le rodea y comportarse como un ser responsable y justo.

✓ La educación es ante todo un viaje al interior, cuyas etapas corresponden a las de la maduración constante de la personalidad. El desarrollo del ser humano, v a desde el nacimiento hasta el fin de la vida.

✓ Es un proceso dialéctico que comienza con el conocimiento de sí mismo y se abre a las relaciones con los demás.

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✓ En un mundo en permanente cambio, hay que conceder un lugar especial a la imaginación y a la cre atividad.

✓ Ofrecer a niños y jóvenes todas las oportunidades posibles de descubrimiento y experimentación estética, artística, deportiva, científica, cultural y social.

✓ En la escuela, el arte y la poesía deberían recuperar un lugar más importante que el que se les concede (pp. 118- 119).

No cabe duda que nuestra sociedad tecnológica ha contribuido desde hace muchos años a la deshumanización y hoy se enfrenta a esta situación. Por eso, Delors (1998) afirma enérgicamente:

Más que nunca, la función esencial de la educación es conferir a todos los seres humanos la libertad de pensamiento, de juicio, de sentimientos y de imaginación que necesitan para que sus talentos alcancen la plenitud y seguir siendo artífices, en la medida de lo posible, de su destino (p. 117 ).

En el documento ya citado, en el apartado de Pistas y recomendaciones para “Aprender a ser” se enfatiza el por qué y el cómo: para que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de obrar con creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal. Con tal fin, no menospreciar en la educación ninguna de las posibilidades de cada individuo: memoria, razonamiento, sentido estético, capacidades físicas, aptitudes para comunicar (p. 120).

La antropología, desde una perspectiva cristiana, ofrece algunos puntos fundamentales en relación con el aprender a ser. Entre ellos cabe destacar los siguientes: cada ser humano es único e irrepetible, está llamado por naturaleza a realizar su proyecto de vida que le lleva a la plenitud, por tanto es un ser inacabado y dotado de características que le distinguen entre todos los seres creados. Tiene inteligencia, libertad, responsabilidad personal y social, dotado de cuerpo, espíritu, sentimientos y abierto a lo trascendente. Es hijo de Dios y hermano de sus semejantes, es miembro de la gran familia humana (Educación, Iglesia y Sociedad (Comisión Nacional de Educación, 2002, n. 14).

Sin pretender impregnar de confesionalidad cristiano-católica el planteamiento de este pilar, es importante hacer al menos dos observaciones.

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1. Con base en el Documento de Santo Domingo (1992), que textualmente dice:

No hay duda que detrás de las acciones educativas hay una concepción antropológica, pues ningún maestro educa sin saber para qué educa, hacia dónde educa. Hay un proyecto de hombre encerrado en todo proyecto educativo: este proyecto vale o no según construya o destruya al educando. (n. 265)

2. Entendiendo el proceso de aprender a ser como proceso de humanización y personalización, que en definitiva es el paso de condiciones menos humanas a más humanas, se concluye que la antropología que subyace en los pilares de la educación del documento de Delors (1998) es deficitaria para cimentar la educación del siglo XXI. Además, en nuestro medio es contradictorio que en la publicación del Ministerio de Educación Pública Política Educativa hacia el siglo XXI (1994) se ubica al ser humano como centro y sujeto del proceso educativo, pero en la práctica lo desplaza. Finalmente, el proceso de aprender a ser debe iniciarse en el hogar con los padres de familia y continuar en la escuela con los educadores, sin embargo para esto aún falta mucho para lograrlo.

En relación con el liderazgo es necesario partir de dos principios fundamentales: el carácter y la toma de decisiones. Maxwell (1999) afirma que “el desarrollo del carácter es el centro de nuestro desarrollo no solo como líderes sino como seres humanos” (p.3) y que “a medida que vivimos y hacemos decisiones, estamos formando nuestro carácter” (p.4). Efectivamente el carácter se reconoce por la fuerza y elevación de ánimo natural en

el ser humano que se va formando en la medida que tomamos decisiones. Cuando esas decisiones marcan un nuevo y significativo rumbo de vida, se habla de opciones y de opción vital. Es aquí donde se llega a vivenciar el aprender a ser permanentemente y donde se aprende a liderar nuestra propia existencia y ayudar a los demás. Con razón Maxwell (1999) afirma que “la primera y gran victoria es conquistarse uno mismo” y que “un hombre sin decisión de carácter nunca puede decir que pertenece a sí mismo… Pertenece a cualquiera que puede cautivarlo” (p.109).

La Iglesia Católica a través de su Magisterio, ofrece principios y aportes en relación con este pilar de la educación. Entre ellos se destacan los siguientes:

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▪ “La educación humaniza y personaliza al hombre cuando logra que éste desarrolle plenamente su pensamiento y su libertad…el mismo hombre humaniza su mundo, produce cultura, transforma la sociedad y construye la historia” (Puebla, n.1025). ▪ La educación liberadora aquella es “que convierte al educando en sujeto de su propio desarrollo” (Medellín, 1968, n. 4,8); esto es una educción liberadora en la dimensión de aprender a ser.

▪ La persona ocupa el centro del proyecto educativo y su desarrollo integral debe ser su fin, plantea La Congregación para la Educación Católica (1982) citando al Papa Juan Pablo II.

▪ Cada persona, en sus necesidades materiales y espirituales, está en el centro del magisterio de Jesús, de ahí que promoción de la persona humana sea el fin de la educación” (Congregación para la Educación Católica, 1982, n.9).

3. Aprender a hacer: El planteamiento que hace Delors (1998) al abordar este pilar es el siguiente: “¿Cómo enseñar al alumno a poner en práctica sus conocimientos y, al mismo tiempo, cómo adaptar la enseñanza al futuro mercado de trabajo cuya evolución no es totalmente previsible?” (p.109).

Para responder a esta interrogante, en el documento publicado por Delors (1998) se establece una diferencia entre las economías industriales, en las que predomina el trabajo asalariado, y las demás, en las que subsiste el trabajo independiente. El futuro de esta últimas, está supeditado a la capacidad de transformar el progreso de los conocimientos en innovaciones generadoras de nuevos empleos y empresas, por lo tanto, no puede darse la expresión aprender a hacer aplicado a preparar a alguien para una tarea material bien definida, para que participe en la fabricación de algo (pp. 109- 110).

Aprender a hacer es un pilar que no se puede separar del aprender a conocer. Su objetivo es desarrollar en el ser humano una competencia que lo capacite para hacer frente a gran número de situaciones y al trabajo en equipo. En realidad este pilar trata de capacitar al estudiante para que pueda “transformar el progreso de los conocimientos en innovaciones generadoras de nuevos empleos y empresas” (p.110).

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Hoy, la industria no necesita tanto de operarios como de personas competentes, flexibles, capaces de adaptarse al medio y resolver apropiadamente los conflictos, aunque no tengan una calificación universitaria, pues interesa más la forma como manejan la información y el modo como la comunican (Delors,. p. 111). Esto se debe a las grandes transformaciones que la industria y el comercio han sufrido en el sector de servicios.

Ciertamente que el aprender a ser y el aprender a hacer están íntimamente relacionados. Si en la primera se encuentra una visión de ser humano con significativas deficiencias, asimismo se encuentran en el aprender a hacer.

En este dinamismo de aprender a ser y de aprender a hacer, es interpretado por Peresson (2004) cuando afirma que Jesús conocía a partir de su experiencia laboral, el mundo del trabajo y el mundo de la naturaleza (p.572). Efectivamente, Jesús como artesano que vivía en un medio rural, estaba familiarizado con todo el trabajo agrícola, conocía bien el mundo del pastoreo, los resultados del trabajo en el mundo agrícola, también aprendió de sus discípulos pescadores, la vida del lago y de la pesca ( Mt 13,4,30; Jn 10,1- 18).

En relación con el liderazgo es clave reconocer que el ser humano vive toda su existencia en diversos procesos de aprendizaje en el hacer. Parece que no siempre los educadores somos el ejemplo en este sentido y tenemos el reto de ser verdaderos líderes y educadores en el hacer. En esta perspectiva, Maxwell (1999) afirma que “el líder tiene que ser capaz de compartir conocimientos e ideas… los educadores toman lo simple y lo vuelven complicado. Los comunicadores toman algo complicado y lo hacen simple” (p.21).

El arte de presentar ideas y mensajes significativos de manera que todos entiendan, interioricen y se motiven para ponerlos en práctica es parte sustancial del aprender a hacer, en un intercambio recíproco con los otros. Este es un distintivo significativo del educa dor líder (Maxwell, 1999).

4. Aprender a vivir juntos: a este tipo de aprendizaje se le considera una de las principales empresas de la educación contemporánea, pues intenta enfrentar la terrible realidad de una sociedad que es capaz de autodestruirse con una facilidad impresionante. En este sentido, Delors (1998) afirma lo siguiente:

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La idea de enseñar la no violencia en la escuela es loable, aunque solo sea un instrumento entre varios para combatir los prejuicios que llevan al enfrentamiento. Es una tarea ardua, ya que, como es natural, los seres humanos tienden a valorar en exceso sus cualidades y las del grupo al que pertenecen y a alimentar prejuicios desfavorables hacia los demás (p. 114).

Ala par de esta situación, según la publicación de la Comisión Nacional de Educación (2002), aparece un sistema económico que privilegia el individualismo y el espíritu de competencia, al extremo de activar una guerra económica despiadada entre los ricos y los desposeídos. Este último hecho se extiende más por las notables desigualdades que le impiden a las poblaciones pobres por desarrollarse (n. 17, 24).

Para aprender a vivir juntos es necesario utilizar el sistema educativo que enseña sobre la diversidad de la especie humana y contribuye a la toma de conciencia de las semejanzas y la interdependencia entre todos los seres humanos. De este modo, al partir del conocimiento de la persona misma y su entorno, los educandos serán capaces de ponerse en el lugar de los demás y comprender sus reacciones. Pero tal actividad no puede realizarse aisladamente, el resto de la sociedad también debe participar de ella. Si todos comparten objetivos comunes y unen fuerzas, este aprendizaje será realmente efectivo. Por ello, Delors (1998) afirma que el educador debe valerse de actividades deportivas, culturales, entre otras, que incentiven el desarrollo de este importante aprendizaje (pp.114- 116).

En las “Pistas y recomendaciones” de este pilar de la educación, Delors (1998) sintetiza:

Aprender a vivir juntos desarrollando la comprensión del otro y la percepción de las formas de interdependencia, realizar proyectos comunes y prepararse para tratar los conflictos- respetando los valores de pluralismo, comprensión mutua y paz (p.120).

El contenido de este pilar queda corto ante la magnitud del reto que representa de hecho de denominada cultura de la muerte que nos rodea y amenaza constantemente de múltiples formas. Ciertamente que el sistema escolar tiene una misión en este campo, pero será insuficiente y casi insignificante si la sociedad entera no se apropia de una estrategia para construir, con el compromiso mayoritario, la cultura de la vida.

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En relación con el liderazgo y el aprender a vivir juntos es clave el principio: “cualquier persona puede ser grande, porque cualquier persona puede servir” (Blanchard y Millar, 2005, p.147). El aprendizaje de vivir juntos está íntimamente unido al ejercicio del liderazgo como educador. Por vocación y misión todo educador está llamado a construir comunidad de vida con sus educandos y de estos con su familia y demás seres humanos.

El amor es la llave en la construcción permanente de aprender a compartir la vida con los otros. Jesús de Nazareth se refiere específicamente al amor ágape para describir el amor de tipo incondicional y hasta la entrega total para que todos tengan vida en lo que hoy se ha denominado la construcción de la civilización del amor: “Ámense unos a otros como yo los he amado” (Jn 15,12).

5. Aprender a trascender: este aporte obedece a ciertos criterios expresados por la Iglesia Católica y utilizados de un modo particular por algunos educadores católicos latinoamericanos. En ese sentido, la Congregación para la Educación Católica (1982) establece ciertos elementos:

La formación integral del hombre como finalidad de la educación, incluye el desarrollo de todas las facultades humanas del educando, su preparación para la vida profesional, la formación de su sentido ético y social, su apertura a la trascendencia y su educación religiosa. Toda escuela, y todo educador en ella, debe procurar «formar personalidades fuertes y responsables, capaces de hacer opciones libres y justas», preparando así a los jóvenes «para abrirse progresivamente a la realidad y formarse una determinada concepción de la vida. (n. 17).

De acuerdo con el documento citado toda educación está guiada por una determinada concepción del ser humano. Por eso, dentro del mundo pluralista de hoy, el educador católico está llamado a guiarse conscientemente en su tarea por la concepción cristiana de hombre y mujer. Concepción que incluye la defensa de los derechos humanos y coloca al hombre en la más alta dignidad, la de hijo de Dios; en la más plena libertad, liberado por Cristo del pecado mismo; en el más alto destino, la posesión definitiva y total del mismo Dios por el amor. Lo sitúa, por tanto, en la más estrecha relación de solidaridad con los demás hombres por el amor fraterno y la comunidad eclesial; y de este modo lo impulsa al más alto desarrollo de todo lo humano, porque ha sido constituido señor del mundo por su propio Creador; le da, en fin, como modelo y meta a Cristo, Hijo de Dios encarnado, perfecto Hombre, cuya imitación constituye para la persona, fuente agotable de superación personal y colectiva.

De esta forma, el educador católico puede estar seguro que la educación hace al hombre má s hombre y a la mujer más mujer. Corresponderá, entonces, al docente, comunicar

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existencialmente a sus educandos que el ser humano inmerso cotidianamente en lo terreno, está llamado desde su dignidad a proyectarse mediante su quehacer diario y a trascender al Sumo Bien.

En el Documento de Santo Domingo (1992) el Papa Juan Pablo II, al referirse a la educación en el contexto de la cultura afirma que “es la llave maestra del futuro; alma del dinamismo social, derecho y deber de toda persona, para sentar las bases de un auténtico humanismo integral” (n. 41). En este documento, al referirse el Santo Padre (1992) a un auténtico humanismo integral, es evidente que está apuntando al desarrollo integral de la persona, que incluye su dimensión trascendente. De manera más explícita se refiere a esta dimensión “La educación resultará más humanizadora en la medida en que más se abra a la trascendencia, es decir, a la verdad y al Sumo Bien” (Puebla, 1979, n. 1024).

Los cristianos nos proponemos seguir a Cristo que compartió nuestra existencia y con su testimonio de vida, ante todo con su muerte y resurrección, nos mostró que existe una realidad espiritual, trascendente para todo ser humano que acepta su vida en el proyecto de Dios. Por eso, aprender a trascender, implica dar un sentido a la vida de manera que cada día deje una huella como parte de un proyecto vital en servicio a los demás. Además, aprender a trascender es asumir la vida terrena como parte de un proceso de plenitud que, en el seguimiento a Cristo Maestro, salta hasta la vida eterna.

En síntesis, este quinto pilar de la educación es indispensable para dar un sentido trascendente a los procesos educativos con todos sus protagonistas, pero más aún, a la vida y a todo hecho educativo en un proyecto de vida personal y comunitario, abiertos a la Trascendencia, a Dios, como el Sumo Bien, Principio y Fin de todo lo creado.

Al relacionar este último pilar con la educación humanista y el liderazgo, es clave que el educador tenga para sí mismo una visión que va más allá de lo inmanente. Ciertamente que los seres humanos pueden cambiar sus vidas al cambiar su actitud mental, si su actitud se circunscribe a lo inmediato y transitorio, eso cosechará para sí; si su actitud y visión se abre al infinito ayudará a muchos a abrirse a los valores trascendentes. Con razón la Biblia (1994) enseña que “La sabiduría es para los hombres un tesoro inagotable” (Sab. 7,14).

DISCUSIÓN

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La realización de este ensayo ha permito encontrar aciertos y falencias, quizás algunos desenfoques en relación con los pilares de Delors analizados. Globalmente este análisis pone de manifiesto, entre otros aspectos los siguientes:

• Detrás de estos cinco pilares subyace el reconocimiento de que la educación está en una profunda crisis (p. 3).

• Hay intentos y esfuerzos para encontrar los grandes principios y lineamientos de la educación del futuro, siglo XXI (p.3).

• No parece muy pertinente y viable pasar por encima de la diversidad y la multiculturalidad, a pesar de que tenemos la imposición de una cultura globalizada, y por ende una educación globalizada.

• Los cinco pilares de la educación constituyen una manera de dar forma a una nueva concepción de la educación, pero cabe preguntarse: educación de quién y para quién.

• Los pilares de la educación para ser una estrategia que coadyuve en la construcción de una educación más humanista, tienen que ser enriquecidos desde planteamientos más humanistas e integradores (p.7).

• El quinto pilar, educar para la trascendencia, debe ser comprendido y asumido en la práctica por los actores educativos y plasmado en el currículo educativo de manera los cuatro pilares de Delors adquieran una misión más humanista y que en realidad contribuyan a la humanización, de ahí su importancia y la razón de formularlo (p.7). • Un estudio y análisis de cualquier propuesta con miras a su aplicación a la educación , debe hacerse de manera objetiva sin preconcepciones de ningún género.

• Se considera que es ineludible el cambio en el modo de ver y de pensar la educación, que es imprescindible modificar el sentido utilitario que tradicionalmente se le asigna, para que ella pueda formar seres humanos más humanizados y con capacidad de liderazgo, como los necesita actualmente la sociedad (p.5) .

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